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Nerubian
Nerubian Warrior
Facción/Afiliación Neutral
Clases Worker,Warrior,Seer,Webspinner,Nerubian vizier,Crypt Lord (Señor de la Cripta)
Capital racial Azjol-Nerub
Líder racial Gran Señor de la Cripta Anub'arak
Montura racial No aplicable
Planeta de origen Azeroth
Lenguaje primario Nerubian (Idioma),Común
Lenguaje(s) secundario(s) Dracónico,Enanico,Thalassiano,Darnassiano y Zandali
Altura media Varia segun la subespecie

Los nerubian son una raza de criaturas invertebradas semejantes a arañas, sólo que con dos pares de patas y dos manos, que habitan el continente de Northrend. Antes de habitar en Rasganorte, los nerubianos eran una raza de insectos conocidos como los Aqiri que eran enemigos de los trolls.



Los extraños nerubian[]

Su líder, Anub'arak fue uno de los grandes campeones Nerubians, que se veian en la segunda gran guerra de las arañas. Él fue resucitado por el Rey Lich Ner'zhul, quien le prometio una eterna vida en muerte si le juraba lealtad. Su armadura de espinas es muy resistente y peligrosa, causando severos daños a los atacantes. También ,cuando es atacado, dispara esas espinas y los desorienta y/o deja aturdidos. También comprime su poder para lanzar un rayo de energía negativa que destruye el mana del oponente. Estas técnicas son muy poderosas pero la que mas llama la atención es su técnica especial llamada Vendetta con la cual se camufla en las sombras y ataca a su víctima sin que ella se diese cuenta.

El nacimiento de Anub-Arak[]

Y es entonces que, en medio de la vorágine de un hambriento imperio que crece, suena un cuerno en las profundidades del laberíntico Reino Inferior. Los húmedos y sombrìos túneles, anteriormente vacíos, se pueblan por cientos de pasos, ecos y figuras que corren, en cuadrillas, hacia el interior. Al final del túnel, se abre una inmensa cámara, que por su aspecto semeja una colmena. Y miles y miles de grotescos insectos, de todos los tamaños y formas, se han lanzado en la oscura catacumba, al llamado de su Señora. La Reina Araña emite gemidos y lanza bufidos de cólera. Uno de sus zánganos corre y se coloca debajo de ella, tratando de apaciguar su dolor, pero la terrible soberana de los nerubian lo toma por la cabeza y se la arranca de un mordisco.

Todos los nerubian silban a la vez en un inmenso y enloquecedor pandemonium. Una de las puertas de la cámara se ha abierto. La Guardia Real trae sujeto al prisionero, nada menos que el gran Warlord de la tribu de los Draktarhi, quien contempla, por primera y última vez, el rostro del Abismo.

Los Guardias lo colocan sobre sus rodillas, pero él se resiste a inclinarse ante su archienemiga. La Reina Araña sonríe, y con una de sus temibles tenazas, le corta las piernas de un golpe. El Warlord lanza un grito de dolor y cae desangrándose al suelo. La Reina Araña coloca su ponzoñosa vejiga sobre el cuerpo del troll. Casi de inmediato, una horrible figura, blanca y alargada, recubierta de limo, una larva sin duda, empieza a asomarse por el vientre de la reina y lenta y dolorosamente, se coloca sobre el vientre del aún vivo y mutilado Warlord, que aúlla de dolor y espanto.

La Reina Araña lanza un grito de triunfo y su voz seseante hace eco en toda la caverna.

Ha nacido el Gran Rey de Azjol-Nerub: Anub-Arak.



Su raza.

Desendian de la especie inteligente mas antigua que pisó ese mundo; los Aquis, que fueron extintos por los imperios de los troll.Sin embargo una subespecie de aquis sobrevivió.

Los nerubians emergen victoriosos a la superficie. Empiezan a reproducirse con increíble rapidez. Sus tropas crecen día con día. Surgen reyes y reinas que se disputan el poder. Los nerubian desarrollan su tecnología y se descubren asimismo como grandes ingenieros. Descubren la escritura, la aritmética y la geometría, y llegan a determinar que la pirámide es la forma geométrica perfecta en el universo. Por eso, sus Ziggurats, coronados por potentes cristales de hielo que dentellan cual aurora boreal, se elevan hacia el oscuro y encapotado cielo de Northrend.


Los nerubian visires : Los visires, simbiosis entre araña y humanoide sirvieron en su día de consejeros, hechiceros y profetas para los poderosos señores araña nerubianos. Pero tras la Guerra de la Araña se volvieron las tornas, y los taimados visires se alzaron con el poder en el vacío que dejó su sociedad ya acabada. Gracias a su hechicería y a su inteligencia superior, los visires se presentaron como los soberanos del reino subterráneo de los nerubianos.

Se dice incluso que los visires podrían servir a un emperador desconocido, aquel que está destinado a llevar al antiguo pueblo arácnido a la victoria sobre la Plaga. Mientras muchos solo especulan sobre la existencia de este emperador nerubiano, otros siguen investigando el nexo que se cree que existe entre los nerubianos y la fiera raza de insectos denominada quiraji.

La guerra de la Araña:


Los espías reportan que el glaciar forma un inmenso y descomunal trono de hielo en medio del desolado valle.

¡¿Un trono?! ¡No hay más rey que Anub'Arak!

Así, pues, los ejércitos de Azjol-Nerub asedian el glaciar Corona de Hielo durante meses. El oscuro Rey que lo gobierna ha resistido impresionantemente todos los ataques de los nerubians. Ni el hambre, ni el frío, ni la escasez de agua logran minar sus fuerzas.

Anub'Arak ha ordenado un gigantesco asalto al Trono de Hielo, pues planea acabar de una vez por todas con su rival. Sus tropas se lanzan a la batalla furiosas y sedientas de sangre, pero el Señor de Corona de Hielo tiene inmensos y terribles dones. En el cielo han aparecido escalofriantes y gigantescos esqueletos de dragones, que bombardean con su aliento gélido a los nerubians.

Anub'Arak ordena bajarlos a tierra. Enormes y potentes telas de araña forman redes y hacen descender a los esqueletos a tierra, donde son presa del veneno de la infantería.

Sin embargo, la ira de El Que No Tiene Nombre ha caído sobre Azjol-Nerub. Y un nuevo terror sacude hasta los tuétanos los más profundos horrores de la raza insectoide. El Rey que habita en el Glaciar… puede levantar a los muertos de sus tumbas, siguiendo la voluntad de su oscuro señor. ¡Los muertos andan como los vivos sobre el mundo! El gran palacio de Azjol-Nerub, en el Reino Inferior, ha sido asaltado por los cadáveres de los señores Nerubian caídos en otras batallas. El rival de Anub'Arak es realmente poderoso, pero ni convocando a los muertos vencerá al Gran Rey…

Finalmente, el día que todos temían ha llegado. El incienso ascendía y llenaba la cámara mortuoria con una neblina invisible y espesa. Sobre la cripta, los sacerdotes alzan sus cantos fúnebres invocando el poder del Que No Tiene Nombre, el dios funerario, para que ayude al alma del difunto a cruzar el río de la muerte. El sacerdote mayor hace una libación con hiel, mientras los embalsamadores toman el cadáver y lo abren con toda la fuerza de sus tenazas. Los órganos del muerto han sido debidamente extirpados y colocados en cada uno de los frascos rituales. Especias de todos los tipos, extraídas de la profundidad de las cavernas, perfuman la naciente momia que, suavemente, es levantada y colocada en el sarcófago.

Los sacerdotes levantan el sarcófago en hombros y, rodeados del cortejo de escarabajos que siempre le escoltaron en vida, empiezan la marcha fúnebre hacia el ziggurat donde descansará eternamente el Gran Rey de los Nerubian. Eternamente... Al menos, eso rezan los jeroglíficos.

Los nerubians huyen a la profundidad de las cavernas mientras su ciudad subterránea arde en llamas. Enormes tropas de muertos vivientes ocupan los palacios y matan todo lo que se mueve y respira. La tumba del Gran Rey ha sido profanada, y su cuerpo, robado. Todos los sacerdotes han sido asesinados. ¡Pobre del Gran Rey! Su alma nunca pasará el río de la muerte…

¡QUE RENAZCA DE ENTRE LOS MUERTOS EL GRAN SEÑOR DE LA CRIPTA, EL REY DE AZJOL-NERUB!

Una veintena de años y otra más han pasado desde que la Guerra de La Araña se librase en las oscuras y heladas catacumbas del caído Imperio de Azjol-Nerub, cuyos escombros son ahora presa del olvido y de la memoria. Oscuros horrores se han apoderado de los pasadizos que otrora gobernaran los Reyes Nerubian de la Necrópolis.

Hasta allí ha llegado un solitario y atrevido viajero. Ha sobrevivido de milagro las vicisitudes del viaje. ¿Cómo lo ha logrado? ¿Cómo ha cruzado el Gran Océano de Hielo y sobrevivido a las tormentas de nieve y hielo de la Bahía Daggercap? ¿Cómo es que las tribus Drakthari, ocultándose en los petrificados bosques de Northrend, no le han degollado ya? ¡Ha sobrevivido a los Wendigos! Y así, cruzando en medio de los silenciosos guardianes arácnidos levantados de sus tumbas y erigidos en Demonios de la Cripta, Kel’thuzad, el Viajero, penetra hasta la profundidad de Naxxramas.

Delante de él, al final del pasillo, una gigantesca y dantesca criatura le espera, mezcla de escarabajo y araña, cubierto de heridas antiguas y vendajes. Ha sido levantado de entre los muertos. Anub’Arak. El Señor de la Cripta.

El que anteriormente combatió con tanta vehemencia al Rey Lich, ahora es su gran defensor, el mayor general de entre sus ejércitos. No tiene otra elección, vale decir. El Oscuro Señor de la Muerte se enseñorea de él así como lo hace con el resto de los desdichados habitantes de la gigantesca Necrópolis. Anub’Arak se ha encargado de barrer los últimos focos de resistencia del Imperio Nerubian, cuyos últimos defensores han huido a la superficie o se ocultan en los túneles más alejados del Reino Inferior. Para el instante en que Kel’thuzad y Anub’Arak se conocen, las armas con que el Rey Lich se dispone a destruir la tierra están casi preparadas. Sin embargo, a pesar de servir a un mismo señor, no existe un mutuo aprecio entre ambos, pues es Kel’thuzad, y no Anub’Arak, el elegido para portar la vara con que el Rey Lich ha de azotar al mundo

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