Para combatir a la Legión, es necesaria la ayuda de todos los druidas, por lo que Tyrande y Furion se ponen en marcha para despertar a los druidas de la garra, pero se encuentran en medio de un gran combate aéreo entre gárgolas y wyrms de hielo contra wyverns, jinetes de grifos y autogiros.
Mientras avanzan, encuentran a varias criaturas normalmente amigables corruptas, como los trolls oscuros o los fulborgs, de los cuáles Tyrande se da cuenta de que eran los mismos a los que ayudó hace tiempo. Su señor de la guerra se había vuelto loco y había vuelto corruptos a los demás miembros de su raza, por lo que los elfos los eliminan, a lo que Furion mencionaba que Tyrande se había vuelto fría, y que si su vigilia sin fin la había vuelto así, debía ser parte del plan de Elune.
Al continuar su camino, encuentran y destruyen una base humana en la que luego se establecen, y mientras siguen explorando la zona, encuentran un claro maldito que maldijo una resurección de muerte, a la que Tyrande y Furion destruyen luego de eliminar a muchos esqueletos, treants corrupto, y fantasmas. Tyrande recuerda que justo enfrente de los túmulos druídicos, había una base elfa, la que por desgracia, había sido corrupta por la escencia de los demonios, y todos los elfos se habían vuelto sátiros. Los elfos los destruyen y Furion llega a los túmulos, soplando el cuerno de Cenarius y despertando sus hermanos, los druidas de la garra, y preparándose para viajar a los túmulos subterráneos de los druidas de la zarpa.