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Seis días después, en las boscosas fronteras de Quel’thalas, el ejército de muertos vivientes de Arthas inicia el asalto sobre el reino de los Altos Elfos. El espíritu de Kel’thuzad le advierte de los grandes poderes de los elfos, pero el Príncipe minimiza el asunto y el ataque inicia. Luego de establecer su primera base, el Azote empieza a ser atacado por las fuerzas de los elfos, dirigidos por Sylvanas Windrunner, Ranger General de Silvermoon. Silvanas Windrunner, la menor de las heroicas hermanas Windrunner, Alleria y Veressa, y la única que les sobrevive. Más alta que sus compañeras Rangers, extremadamente audaz y valerosa, con un hermoso cabello rubio largo y brillante al sol, y un par de ojos de color verde esmeralda, los cuales despiden una bravura solamente comparable con su belleza.

La entrada a Silvermoon se encuentra resguardada por dos puertas: la Exterior, rodeada por enormes bases del ejército elfo, y la Interior, protegida por un encantamiento, que solamente puede abrirse con un artefacto mágico conocido como la Llave de las Tres Lunas. Constantes y brutales batallas se entablan entre ambos ejércitos, pero reiteradamente, Arthas logra hacer retroceder a Sylvanas, hasta que la Puerta Exterior cae.

Sylvanas, para dificultar el avance del Azote, destruye el único que puente que comunica directamente a la Puerta Interior. Valiéndose de algunos dirigibles Goblin abandonados durante el escape, Arthas logra pasar el río e inicia el asedio de los templos donde se ocultan las tres partes de la Llave de las Tres Lunas: la Piedra de Amatista de Hannalee, que abre el corazón del Guardián de la Puerta; el Cristal de la Luna Esmeralda del Ojo de Jennala, que abre la mente del Guardián de la Puerta, y el Cristal de la Luna de Zafiro del Cuerpo de Enulaia, que abre el alma del Guardián de la Puerta. Asistido por los demonios de la cripta, los cuerpos reanimados de los guerreros nerubian de Northrend, uno a uno los templos son destruidos, hasta que finalmente, la Llave de las Tres Lunas está completa. La Puerta Interior cae y el asalto final a Silvermoon es inminente.

Desesperada por la cercana caída de su patria, Sylvanas envía constantes mensajeros a Silvermoon pidiendo refuerzos, pero estos son fácil presa de las gárgolas que Arthas ha traído de Northrend. Las superiores fuerzas del Azote rodean y destruyen el último bastión de Sylvanas. La valiente elfa se prepara para enfrentar una muerte segura, pero Arthas tiene otros planes. Sabedor de que Sylvanas ha sido una contrincante formidable y a la vez útil, Arthas le lanza una herida mortal, pero a la vez, usando a Frostmourne, esclaviza su espíritu, que se transforma en una banshee, un alma eternamente atormentada.

Con esta nueva y poderosa adquisición a su ejército, Arthas se ha vuelto imparable. Con sus nuevos y horribles poderes, la que fue Silvanas Windrunner ha llamado a los espíritus de sus camaradas caídas, que retornan del oscuro Abismo convertidas en terribles y rencorosas banshees. Ansiosas por retomar su forma terrenal, las banshees se lanzan hacia Silvermoon, atormentando a los confundidos ciudadanos y sembrando el dolor y la confusión entre las tropas de los elfos. Algunas, incluso, se han posesionado de los caballeros y soldados más fuertes, que ahora, guiados por la oscura voluntad de la banshee, se vuelven contra sus compatriotas.

El Azote, encabezado por Arthas, se encuentra a las puertas de la ciudad. Miles de esqueletos vivientes y zombis caminan sobre las calles de Silvermoon, sembrando la muerte y la desolación. Silvermoon arde en llamas, y los pocos sobrevivientes huyen hacia los bosques y la costa. Muerte, cuerpos putrefactos y ríos de sangre corren por las calles. El Concejo de los Siete Altos Elfos ha abandonado la ciudad. Las tropas de Arthas avanzan hasta el Pozo del Sol.

El Santuario se halla defendido por cuatro grandes Golems de granito, creados mágicamente por los hechiceros para guardar el preciado tesoro. Aunque los Golems son realmente poderosos e inmunes a los hechizos, la superioridad numérica del Azote es evidente, y finalmente las criaturas son destruidas. Arthas ha llegado hasta el Pozo mismo. La potente energía que mana de él es realmente asombrosa.

Los restos del nigromante son colocados dentro del Pozo, mientras el fantasma de Kel’thuzad ingresa en las potentes aguas. La energía desplegada es formidable, pero el Pozo del Sol, corrompido por la negra magia de los muertos, se ha enrojecido como la sangre. Kel’thuzad ha emergido de la fuente, pero ahora, su cuerpo es el de un formidable y espeluznante esqueleto rodeado de una corrupta y voraz aura de maldad. El dolor, el frío, la inmisericordia, la incertidumbre, la ansiedad, la angustia, todas las vanas preocupaciones que apasionan y desbordan los corazones de los mortales, son polvo que lleva el viento para él.

La masacre y la destrucción del Azote ha llegado a su fin. Reforzado por gran cantidad de tropas por los muertos recientes, el ejército de Arthas se retira hacia el sur, tomando el camino hacia las montañas de Alterac. Silvermoon, y con ella toda la orgullosa y ancestral raza de los Altos Elfos, solamente son sombras del pasado...

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