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Al'Akir, el Señor del Viento, fue uno de los cuatro

Señores Elementales. Su dominio era el aire, al que manipulaba desde su trono en el Muro Celeste. Fue el más táctico de los ejércitos de los Dioses Antiguos y se alió al corrupto Alamuerte y a su compañero elemental Ragnaros en un intento de desencadenar el fin del mundo. Sin embargo Al'Akir fue derrotado por los campeones mortales de Azeroth que lograron penetrar en el Muro Celeste desde una grieta abierta en Uldum y destruir al Señor del Viento en su propio santuario.

Al'Akir es el gobernante supremo de los cielos, el aire y las tormentas. Es el menos poderoso de los cuatro Señores elementales al servicio de los Dioses Antiguos. Su dominio es el cielo que hay sobre el Plano Elemental, que está en contacto con el resto de elementos. Consecuentemente "...interactúa con ellos, más que cualquier otro lo que le hace ser el más caprichoso y distante de los Señores Elementales. Su forma de ser varía de tal forma que puede provocar una guerra un día e ignorar a los enemigos al siguiente." Su humor puede cambiar tanto como el tiempo. Es adorado por todos los elementales de aire y criaturas voladoras. Se dice que es capaz de sentir cualquier hechizo de aire, sin importar en qué lugar del multiverso se haya producido - aunque si esto es cierto, rara vez se inmiscuye en estos asuntos a menos que le afecten directamente .

Al'Akir aprovecha su enorme velocidad en las batallas. Golpea primero a aquellos enemigos que vuelan y les enseña su gran maestría en el aire. Elevarse a los cielos para atacarlo puede ser una acción peligrosa. Una vez que todos los enemigos voladores han sufrido su merecido, normalmente usa su habilidad de tornado giratorio para barrer a las criaturas terrestres, lanzándolas lo más lejos posible antes de estrellarlas de cualquier manera como castigo por atreverse a desafiar su poderío.

Aunque es el más débil de los Señores Elementales, planificar un ataque en su propio territorio llevaría al resto a perder un tiempo valioso. Al'Akir tampoco les ataca directamente, prefiere sembrar el caos antes de enfrentarse cara a cara con ellos.

Al'Akir tiene el poder de transformarse en una tormenta incansable cuando se encuentra al aire libre. Esta transformación dura relativamente poco tiempo "durante la cual se transforma en en una enorme y turbia negrura" de 25 metros de alto y ancho rodeado de un banco de nubes tormentosas de más de 300 metros. Puede permanecer en este estado durante una hora mientras se eleva unos cientos de metros sobre el suelo. Bajo este aspecto, puede manipular el aire a su antojo así como arrojar poderosos rayos a diferentes objetivos en un radio de 150 metros en cualquier dirección. Además puede aplastar ciaturas que se encuentren debajo de él o a 25 metros de la tormenta. Además, puede crear un remolino de viento bajo las nubes y colocarlo bajo su cuerpo. Si algún elemental de aire se encuentra en las proximidades, puede formar tormentas (con ajuste a su nivel de poder). Hay algunos límites; Al'Akir no puede controlar estas tormentas que invocan sus esbirros elementales a a la vez que las suyas propias.

Al'Akir puede transformarse en remolino de viento cada 10 minutos y permanecer en esta forma durante largo tiempo. Gigantes y pequeñas criaturas pueden ser dañados si entran en contacto con el remolino o son izados a los cielos. Las criaturas voladoras tienen mayor probabilidad de escapar del remolino que el resto aunque las dañará igualmente. Al'Akir puede empujar a cualquier criatura siempre que lo desee y depositarla a tierra firme, cosa que suele hacer sobre riscos o lugares de gran altitud.

Si la base del remolino toca el suelo, crea una nube circular parecida a un tornado. Esta nube se sitúa sobre la posición de Al'Akir y dificulta la visión, además de dificultar el lanzamiento de hechizos, de todos los que se encuentran en los alrededores

Guerra contra los titanes[]

Los ejércitos de los Dioses Antiguos estaban dirigidos por los poderosos Señores Elementales: Ragnaros el Señor del Fuego, Therazane la Madre Pétrea, Al'Akir el Señor del Viento, y Neptulon el Cazamareas, que era el más poderoso de los cuatro. Sus caóticos ataques rasgaron la faz de la tierra y chocaron con los colosales titanes. Aunque los elementales tenían más poder de lo que una mente mortal podría comprender, sus esfuerzos combinados no pudieron detener a los poderosos titanes. Uno por uno, los señores elementales fueron cayendo y sus ejércitos se dispersaron.

El Panteón arrasó las ciudadelas de los Dioses Antiguos y encadenaron a los cuatro dioses elementales bajo la superficie del mundo. Sin el poder de sus maestros que les permitiera ligar sus espíritus corruptos al mundo físico, los señores elementales fueron desterrados a un plano de las profundidaes donde permanecerían por toda la eternidad. Tras la desaparición de los señores elementales, la naturaleza se abrió paso y se estableció un periodo de paz y armonía en el mundo.

La devastación[]

Tras la devastación, las fronteras del Plano Elemental se rompieron, provocando que los caóticos elementales penetraran en Azeroth y, presumiblemente, debilitando la prisión de Al'Akir.

Con el retorno de Alamuerte, Al'Akir es de nuevo libre para sacar los vientos de Azeroth. Se ha convertido en uno de los más férreos y poderosos aliados del Destructor y ha convocado al Cónclave de los Cuatro Vientos - ancestrales elementales de viento casi tan poderosos como el mismo Al'Akir - para que le ayuden en la invasión de su otrora hogar. El temperamento de Al'Akir es como el cielo, parece tranquilo pero se vuelve inmediatamente furioso. Sin embargo, se dice que algunos aspectos del Señor del Viento son consistentes. Posee poderes casi divinos, que golpearán y sacudirán Azeroth si no se le detiene tiempo. Pase lo que pase, Al'Akir no permitirá que le encierren de nuevo.

Cuando los jugadores se enfrentan a él en el Trono de los Cuatro Vientos, parece estar un poco distante, aunque se comporta de manera más honorable que su aliado Ragnaros. Dado que Al'Akir es derrotado en su propio plano, el Muro Celeste, su muerte es perenne. Esto le convierte en el primer Señor Elemental en morir.

Habilidades[]

Al'Akir es el gobernante supremo de los cielos, el aire y las tormentas. Es el menos poderoso de los cuatro Señores elementales al servicio de los Dioses Antiguos. Su dominio es el cielo que hay sobre el Plano Elemental, que está en contacto con el resto de elementos. Consecuentemente "...interactúa con el ellos, más que cualquier otro lo que le hace ser el más caprichoso y distante de los Señores Elementales. Su forma de ser varía de tal forma que puede provocar una guerra un día e ignorar a los enemigos al día siquiente." Su humor puede cambiar tanto como el tiempo. Es adorado por todos los elementales de aire y criaturas voladoras. Se dice que es capaz de sentir cualquier hechizo de aire, sin importar en qué lugar del multiuniverso se haya producido - aunque si esto es cierto, rara vez se inmiscuye en estos asuntos a menos que le afecten directamente.

Al'Akir aprovecha su enorme velocidad en las batallas. Golpea primero a aquellos enemigos que vuelan y les enseña su gran maestría en el aire. Elevarse a los cielos para atacarlo puede ser una acción peligrosa. Una vez que todos los enemigos voladores han sufrido su merecido, normalmente usa su habilidad de tornado giatorio para barrer a las criaturas terrestres, lanzándolas lo más lejos posible antes de estrellarlas de cualquier manera como castigo por atreverse a desafiar su poderío.

Aunque es el más débil de los Señores Elementales, planificar un ataque en su propio territorio llevaría al resto a perder un tiempo valioso. Al'Akir tampoco les ataca directamente, prefiere sembrar el caos antes de enfrentarse cara a cara con ellos.

Al'Akir tiene el poder de transformarse en una tormenta incansable cuando se encuentra al aire libre. Esta transformación dura relativamente poco tiempo "durante la cual se transforma en en una enorme y turbia negrura" de 25 metros de alto y ancho rodeado de un banco de nubes tormentosas de más de 300 metros. Puede permanecer en este estado durante una hora mientras se eleva unos cientos de metros sobre el suelo. Bajo este aspecto, puede manipular el aire a su antojo así como arrojar poderosos rayos a diferentes objetivos en un radio de 150 metros en cualquier dirección. Además puede aplastar ciaturas que se encuentren debajo de él o a 25 metros de la tormenta. Además, puede crear un remolino de viento bajo las nubes y colocarlo bajo su cuerpo. Si algún elemental de aire se encuentra en las proximidades, puede formar tormentas (con ajuste a su nivel de poder). Hay algunos límites; Al'Akir no puede controlar estas tormentas que invocan sus esbirros elementales a a la vez que las suyas propias.

Al'Akir puede transformarse en remolino de viento cada 10 minutos y permanecer en esta forma durante largo tiempo. Gigantes y pequeñas criaturas pueden ser dañados si entran en contacto con el remolino o son izados a los cielos. Las criaturas voladoras tienen mayor probabilidad de escapar del remolino que el resto aunque las dañará igualmente. Al'Akir puede empujar a cualquier criatura siempre que lo desee y depositarla a tierra firme, cosa que suele hacer sobre riscos o lugares de gran altitud.

Si la base del remolino toca el suelo, crea una nube circular parecida a un tornado. Esta nube se sitúa sobre la posición de Al'Akir y dificulta la visión, además de dificultar el lanzamiento de hechizos, de todos los que se encuentran en los alrededores.

Trivialidades[]

Su nombre en árabe, الأخير, significa "El último".

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